de un proyecto singular y muy significativo para nosotros. Cuando digo nosotros me refiero a los presentes y los ausentes que forman estas comunidades. A los que formamos comunidad de una manera u otro compartiendo quehaceres, historias y experiencias de vida.
Nos reúne aquí
El portón de las brujas, cual caja de los tesoros, muestra la magia del
esfuerzo de un encuentro mágico, de Danilo Pérez Zumbado.
Han participado en
este hermosísimo proyecto muchas personas, organizaciones y hasta el mismísimo
gobierno local. Han participado de muchas maneras como un esfuerzo comunal que
da vida y sentido a una verdadera comunidad, por sus diversos relatos y textos;
son sin duda alguna, reflejo mismo de estas tierras y sus gentes.
170 páginas de
ilusión, sueños, penas, angustias y esperanzas se vierten en papel y tinta. La
magia nace entre lo
que se mira, lo que se siente. Nace del pensamiento, de la magia del
pensamiento a través de las palabras, las imágenes y el vuelo de nuestras
mentes.
Más de treinta
textos, singulares y siempre significativos, unos en solitario, otros a duo.
Unos engarzados en el tiempo y otros en nuestros pensamientos mágicos; aunque
se mezan en la ficción, todos tienen raíces en las experiencias, en la vida, en
el sentir de personas reales y concretas; es decir en existencias.
Historias
haciendo historia, personas haciendo comunidad, es decir patria. Nada mejor en
este momento del bicentenario de nuestra independencia. Este libro reúne
imágenes, entre ellas las fotografías de Gonzalo Sánchez Villegas, las
acuarelas de Alejandro Villegas Venegas, el arte de la portada de Andrés
Delgado Vargas. También reúne los esfuerzos de Juan Carlos Murillo Sánchez, Ana
Isabel Hernández González, Oscar Pérez Zumbado, entre otros; y por supuesto de
la Asociación Cultural El Guapinol y de la Municipalidad de Belén como una
muestra mas de la larga colaboración mutua desde siempre. Este tipo de apoyo
mutuo se nutre de estos magníficos trabajos colaborativos entre el gobierno
local y las organizaciones; mostrando así que somos comunidad, que somos
capaces de unirnos, que las acciones basada en nuestras políticas culturales
dan vida a nuestra comunidad.
24 escritores
nos regalan su creatividad, su labor de investigación y su imaginación. Lograr
articular la sensibilidad de 24 escritores es una tarea con gran proyección, en
estos textos encontramos experiencias de vida, datos históricos, testimonios de
eventos muy importantes para nosotros, personajes muy queridos de nuestro
imaginario; en ellos se codean las líneas del tiempo, se sientan a tomar café
el pasado y el presente, se abrazan los desposeídos y los privilegiados. Cada
uno de estos textos aporta a la memoria histórica comunal de diversas maneras,
en unos fortalecen a personajes actuales, en otros personajes de nuestra
historia; en unos se dan testimonios de hechos pasados y en otros nos señalan
sutilmente las luchas presentes de nuestras comunidades.
Un libro como
este es una caja de tesoros, un joyero; pero depende claramente del lector, es
el lector quien le dará vida a cada uno de estos tesoros. Este libro necesita
imperiosamente estar en las manos de cada persona que forma parte de esta
comunidad; es indispensable que cada escuela promueva su lectura, que cada
educador de este cantón lo conozca y lo utilice.
El efecto que
produce en mi este
libro es una experiencia de vida, un verdadero turno, un carrusel de
sensaciones y pensamientos.
Me refiero a los
turnos de antes, cuando niña acostumbraba a imaginar que era una
extraterrestre, que mi misión era observar y comprender a los terrícolas;
entonces un turno de los de antes era una oportunidad riquísima para observar
el comportamiento humano; pero como terrícola que soy, como humana, era yo la
que vivía miles de sensaciones ante esta observación.
Sufría ante la
mirada de un niño-amigo que quería ganarse la rifa y no podía comprar el
numerito. Gozaba ante la sorpresa del señor-conocido que ganaba la rifa del
ternerito demasiado flaco.
Así me pasa con
este libro que me hacen evocar, recordar y revivir las historias de mi abuelo
Froilán, los panes de mi abuela Chepa, la rebeldía de mujer consciente de mi
bisabuela Rafaela, los interminables bailes en primera persona, las tragedias
del tren, pero también los innumerables paseos en tren, la abundancia de unos
junto a las pobrezas de otros, la entrañable ternura de los seres humanos.
Vienen a mi
encuentro, los personajes importantes en mi imaginario como Luisa, María
Chunches, los maquinistas, las apariciones del cementerio, los novios de las
belemitas, Don Queco, papa Memo, mama Tere, San Pedro, la chancha, la muchacha,
los o las que llevaban el almuerzo, así todos los personajes del libro y fuera
del libro.
Es reconfortante
encontrar los lugares conocidos de antes y de ahora; que antes fueron de una
manera y que ahora se le parece, como: Potrerillos, La Fuente, La Plazoleta o
Barrio Fátima, La Cañada, la casa del molino, la casa de Godo Chaves, el Cine
Murillo, Puente Mulas, Los Playones, Quebrada Seca, El Desmonte, El Ojo de
Agua, La Quimagra, la Ticatex, El Palenque, la estación del tren y así miles de
lugares comunes o imaginarios. Los lugares de antes, no son los de ahora, pero
puede que se le parezcan.
Quisiera terminar agradeciendo enormemente este privilegio inmerecido de presentar este libro llamado El Portón de las Brujas, llamado así por uno de los cuentos de esta caja de tesoros y porque abriendo este portón entramos a este mundo real y mágico a la vez.
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