Presentación que efectúa la Licda. Emilia Villegas González al libro "EN BOCA CERRADA" de Ileana Calero (Colección Luna Roja, Guayaba Ediciones, 2017), en la Biblioteca Municipal Fabián Dobles Rodríguez de San Antonio de Belén. Sábado 21 de Octubre, 2017.
En general, “en boca cerrada”, además de impedir el paso de las moscas, se mastican cosas
que inquietan porque no se sabe lo que alimentan. Cosas que ceden al silencio por algún
tiempo -o por un largo tiempo- mientras son metabolizadas en nuevas formas de verdad
hasta que en el cuerpo de la palabra, se articulan y nos interpelan por fin. A ese momento,
es al que nos convoca hoy aquí este primer libro de Ileana Calero.
El propio título del libro es una declaración muy potente. “En boca cerrada”, evoca la
primera parte de un refrán popular cuya otra mitad el lector conoce y que referiere a la
ambivalente relación entre prudencia y censura. Esta idea, que conjuga la gracia lijera de su
forma con lo oscuro de su contenido, no está exenta de humor y ecos de antipoesía, pues
como en los chistes, el lector tiene “la otra mitad” que completa el sentido, lo cual es
también una clave de lectura que nos propone la autora para el resto del libro, entendiendo
que todo poema es imposible sin esa presunción de complicidad.
Desde mi punto de vista, este libro está estructurado en progresión de lo simple y
fragmentario hacia formas más elaboradas y en un recorrido elíptico que va del espacio
interior a lo cotidiano compartido, de ahí al entorno y la memoria de paisajes y viajes y otra
vez de regreso al espacio personal. Dentro de este universo, identifico algunos acentos
temáticos en cada sección del poemario, por ejemplo:
Blue moon.
Esta primera parte del libro tiene mucho de arte poética -en mi opinión. Lo cotidiano está
mediado por el deseo de escribir, en poemas como “Moleskin”, “Búsqueda”, “Vestigios de
papel”, etc. la conciencia de la escritura y la presencia de la poesía, en poemas como “Nota
de agradecimiento”, “Días temáticos”, “Blue moon”, “Todos mis muertos”, etc. o el
homenaje a los que escriben: como Pizarnik o Dalton) así como referencias a la maternidad
en poemas como “Atavismo” o “He parido”.
Mea culpa.
En la segunda parte, encontramos poemas que se refieren a la conciencia de sí dentro de
ese campo de tensiones y silencios que abundan en la vida doméstica. Esto en poemas
como: “Mea culpa”, “La ratesa”, “Ensayo de los objetos”, “Haikus”, “Todo gira en domingo”,
etc. Aquí son muy importantes los detalles, referencias macro de una poeta-fotógrafa sobre
rincones o elemenos de lo familiar, como la mascota, la habitación, el jardín, el sillón, la
cama o el cuerpo. El cuerpo-carnal, la casa-cuerpo. Esto en poemas como: “Lugar común”,
“De madera”, “Acumuladora”, “Mujer dormida”, “Egoísmo materialista”, “Fasmagoría”, etc..
En boca cerrada.
Esta última parte, está llena de múltiples instantáneas de lugares y personajes en recorridos
urbanos pero a la vez íntimos, por donde se ha viajado y vivido. En esta parte del libro se
cumple aquello de que “lo que vemos nos retrata”, si bien en este caso además filtrado por
una mirada atenta y muy física, más bien sinestésica, que enfatiza en los olores, las
temperaturas, los sonidos desde un ritmo escritural que con gran habilidad realiza en sí
mismo la experiencia de desplazamiento que la autora nos comparte.
Es particularmente eficaz y significativo cerrar el libro con un poema que nos ubica de
nuevo en el espacio íntimo y compartido de la casa, donde la distancia con el interlocutor al
que se dirige el yo poético, es mínima y tensa, en una suerte de elipsis vertiginosa que da a
los poemas anteriores el efecto de una ensoñación de la que se despierta, para volver a la
densa y calculada tregua en la que, deberán medirse los espacios por donde la propia
palabra podrá liberarse de nuevo.
Este libro es el resultado de un proceso consistente y prolongado en el que su autora ha ido
acumulando recursos que ha puesto al servicio de su oficio, a la vez que se ha permitido
tanto la experimentación como la distancia crítica. Dos extremos a veces difíciles de
conciliar pero necesarios al difícil arte de ir reconociendo la voz propia que nos conecta con
lo universal que hay en los otros y con el mundo que habitamos.
Gracias Ileana!
Emilia Villegas González
Sábado 21 de Octubre, 2017.